¿Has oído hablar de tu niño interior? En estos tiempos de canales de divulgación rápidos como son las redes sociales, cada vez aparecen más tips en los que se habla de la importancia de sanar a nuestra niña interior, pero te has preguntado: ¿Qué es? Y ¿Para qué?
El concepto de niño interior no se recoge como aspecto terapéutico sobre el que intervenir en todas las corrientes de la psicología. No fue hasta la década de los 60 cuando apareció esta idea para nombrar la parte más vulnerable y sensible de nuestra personalidad; Ya, unos años antes, algunos psiquiatras como C. Jung apuntaban la importancia de dar una mirada interna hacia la figura infantil como si se hacía desde la antigüedad en la mitología, donde se ilustraba el proceso transformador del niño en adulto.
Fue con Eric Berne cuando se dio un sentido a este concepto en el marco de una teoría, a través del análisis transaccional, incluyéndose como un estado del yo, con su estructura, función y autonomía: el niño es este estado más primario y emocional en el que nos encontramos. En años posteriores Alice Miller, psicóloga y escritora aportó a esta dimensión factores relevantes como la relación entre traumas de la infancia y las dificultades emocionales de nuestra edad adulta y planteó que el origen de nuestro malestar en el ahora responde a la afectación del niño o niña que fuimos y que se quedó grabado en la psique, y, por tanto, es de esperar que solo con la escucha de esta parte interna, de nuestra niña interior podremos generar cambios significativos. Es importante atender a estas dos miradas para entender que el niño interior es una dimensión interna que está presente en todas las etapas de nuestras vidas y actúa de diferentes formas pero que el grado de presencia en nuestro día a día depende, en mayor o menor medida, de nuestros aprendizajes más o menos traumáticos durante nuestra infancia.
Llegado a este punto tal vez, te preguntes la necesidad de explorar esta dimensión propia; puede que tengas identificadas las heridas de tu niño interior, o puede que te cueste recordar situaciones traumáticas en ese periodo de tu vida, tal vez, tengas una explicación clara de cómo te afectó lo vivido en tu infancia para el desarrollo de tu adultez, no obstante, lo que sí es interesante del trabajo con el niño interior es observar, reconocer y nombrar este parte de ti mismo. Si nombramos y reconocemos esa dimensión interna estamos validando las emociones que a menudo no nos permitimos, y, por tanto, en el reconocimiento surge la necesidad de cuidar a nuestro niño/niña interior, de legitimar las heridas y acariciar las cicatrices.
Acudir a terapia nos permite tener ese lugar seguro en el que explorar sin miedo, atreverse a mirar y también a cerrar de manera sana aquello que aflora en el trabajo terapéutico con nuestro niño interior.
«La experiencia nos ha enseñado que solo tenemos un arma perdurable en nuestra lucha contra la enfermedad mental: el descubrimiento y la aceptación emocional de la verdad en la Historia individual y única de nuestra infancia.”
Alice Miller
Julia Cardero